El Derecho a la Dignidad, no a una dignidad prestada
Quienes formamos parte hoy en día de la Fundación Gente de la Calle, creemos como principio fundador de nuestro quehacer, el promover dignidad y solidaridad en toda escala de intervención social, política, económica y cultural; dirigida a las personas en situación de calle.
El respeto a la dignidad humana implica un compromiso político para crear y garantizar condiciones en que las personas puedan desarrollarse, crecer y progresar. Una verdadera dignidad, según Ana Arendt, proviene de la capacidad de ponerse a la altura de los desafíos inherentes a la condición humana; y no hay recurso más potente que las personas -en calle- fortalecidas por la confianza en su valor como seres humanos.
Carlos Pérez Soto, en un conversatorio que tuvimos junto a distintos equipos de la Fundación, señaló que “estamos frente a personas que han sido radicalmente deshumanizadas y que se les asimila de manera indigna a regímenes subhumanos (…) las personas en situación de calle ya saben que tienen derecho a ser asistidos, entonces son sujetos de derecho, pero el punto es de qué derechos”.
Y entonces, coincidimos que es el derecho a la dignidad, el derecho a ser reconocidos como un ser humano común y corriente. La dignidad de cada persona constituye la base del Estado de Derecho y las sociedades tenemos el compromiso de promover la solidaridad con personas en situación de calle que se encuentran o viven riesgo de sufrir violencia a sus derechos fundamentales. En la filosofía Kantiana, la expresión en que toda persona está presente su dignidad, manifiesta que en toda persona está presente la humanidad.
Por consiguiente, consideramos que si se afectan los derechos humanos, se afecta también la dignidad y con ella solidariamente los derechos. Y, aún más, cuando se afectan la dignidad o los derechos se erosiona con ello la naturaleza humana.

Usuarios del Programa Vía Solidaria durante exhibición de obras de Pablo Piccaso.