La ambigüedad de la lluvia en Chile

Con la llegada del invierno, también llega la ambigüedad de la lluvia. Si bien es cierto que no sucedía hace varios años, la lluvia puede convertirse en un medidor de las desigualdades e injusticias sociales. Como lo refleja la frase: “Si rezas por lluvia, tienes que lidiar con el barro también”.

(Foto: Javier Salvo/ATONChile).

El calentamiento global es un problema que se vive intensamente cada vez más. Debido a esto, la sequía en diferentes partes del mundo genera pérdidas económicas profundas, en sectores como por ejemplo: la agricultura y la ganadería. Son estos mismos, con la llegada de la lluvia quienes ven con mayor optimismo los inviernos lluviosos.

En una Santiago, las lluvias combaten la mala calidad del aire mitigando la contaminación y regalan postales como la Cordillera de los Andes totalmente nevada. Sin embargo, los damnificados por las lluvias en Chile lamentablemente datan de hace bastante tiempo.

Los diferentes hogares anegados por el paso de las precipitaciones no es una experiencia nueva. Quienes habitan en viviendas de material de construcción ligera en su mayoría, deben luchar contra el frío o la destrucción de sus pertenencias. Circunstancias añadidas al escenario de crisis sanitaria a la que está sometida la población mundial.

La lluvia en personas en situación de calle

Si bien, diferentes análisis meteorológicos discrepan si este será un invierno seco o lluvioso. Estudios de la Universidad Justus Liebig de Giessen, señalan que existe un 80% de probabilidades que el próximo año vuelva el fenómeno de El Niño. 

Considerando este 2020, el mes de junio fue el más lluvioso de los últimos 15 años. Santiago superó la barrera de los 100 milímetros según la Dirección Meteorológica de Chile.

En un país donde el número de personas en situación de calle alcanza la cifra de 20 mil, el escenario se vuelve bastante difícil. La lluvia nunca ha sido el verdadero problema, la germinación del conflicto se provoca en las desigualdades sociales.

Falta de acceso a la vivienda, a programas de reinserción social y falta de albergues en condiciones óptimas y especializados son algunas dificultades que provocan y acentúan la situación de calle. A ello se suman la falta de programas de salud mental de calidad prolongados en el tiempo y el acompañamiento profesional e individualizado en alguna adicción asociada. El abandono del Estado sigue latente. 

Ya en calle, la comida puede escasear, la higiene puede convertirse en un lujo y el frío en su peor enemigo. Las temperaturas pos lluvia alcanzan grados mínimos en invierno, la sequía y el verano pasan a ser un aliciente en la calle.

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El coronavirus en clima lluvioso

La ambigüedad de la lluvia

Foto: Agencia ATON.

En entrevista para La Tercera, Claudio Castillo, académico de Salud Pública, comentó que “no es propiamente el frío o la lluvia lo que genera mayor o menor circulación del virus, sino los efectos que generan. Las personas se hacinan más, buscando abrigo. Así no pueden cumplir las recomendaciones de distancia física. También la gente se lava menos las manos, porque el agua está fría, pensando en quienes no tienen agua caliente. Y se producen aglomeraciones también, por ejemplo, cuando se abren albergues para las personas en situación de calle”.

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En este mismo contexto, donde la calle dura se convierte en un escenario bastante complejo bajo cualquier punto de vista. Mitigar posibles contagios de COVID-19 además de aplacar el frío producido por las condiciones naturales de un invierno lluvioso parece bastante difícil, pero no imposible. 

Bajo esa premisa se deben articular las medidas gubernamentales en materia de situación de calle y COVID-19. El Plan Código Azul o el Programa Noche Digna deben funcionar en coherente sinfonía con la realidad. Ampliar la cobertura es primordial para velar por la vida de todas las personas en situación de calle, quienes están expuestas a una serie de enfermedades, debido a sus condiciones asociadas. 

El manejo oportuno en esta emergencia por parte de la autoridad sanitaria, así como también, ampliar la cobertura de resguardo y protección de personas en situación de calle, sin discriminación, son medidas urgentes. 

Igualmente, realizar un estudio gubernamental que transparente la cifra actual de personas en situación de calle sin duda aclararía el escenario. Un trabajo interministerial entre las carteras de Desarrollo Social y Familia, de Salud, Vivienda y de la Mujer y Equidad de Género, sumando también, trabajar en soluciones directas con la población migrante, dada la falta de un marco legal actualizado en materia de migración, podrían ser medidas que aporten en la vida, cuidado y respeto de las personas en situación de calle y/o en riesgo de estarlo.

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Gente de la Calle levantó petitorio

Además del Plan Protege Calle COVID-19 propuesto desde el Comité Asesor, el 20 de abril se anunció el adelanto del plan Noche Digna como una de las soluciones propuestas por el Ejecutivo para enfrentar el coronavirus antecediendo el invierno y posibles brotes de influenza en el sector del país que se encuentra en situación de calle.

En Reporte Técnico levantado por el Equipo de Incidencia Política, Fundación Gente de la Calle, se mencionó como una observación técnica al Plan Protege Calle, que “Debe trabajarse bajo la perspectiva que, en tiempos de pandemia ninguna persona duerme en la calle”.

Finalmente, y considerando el Plan Protege Calle COVID-19, la Fundación levantó petitorio que plantea lo siguiente: